The Dark Knight Rises.
De la luz a las sombras y, finalmente, a la luz.
Después de The Dark Knight, la expectativa por lo que sería la última parte de la trilogía del llamado Batman “realista” se disparó. Y no era para menos. The Dark knight no sólo es el punto más alto del arco argumental escrito y dirigido por Christopher Nolan: vista de manera independiente, es una de las más grandes películas de la historia del cine; no solo por el magistral villano (un Joker capaz de decirle “why so serious?” a Hannibal Lecter) sino por la obra en su conjunto: producción impecable, actuaciones inmejorables, de ésas que hacen que se olviden los nombres reales de los actores1, un guión que amarra y aprieta justo donde debe, y el tratamiento del Mal (recordar las palabras de Alfred cuando le explica las razones del Joker) como complemento del Bien; y de la demencia como generadora de ambos (de nuevo el Joker, divertido y al punto del éxtasis, diciéndole a Batman: “You complete… me” o sugiriendo que ambos podrían compartir una celda en Arkham).
Esto no convierte a The dark knight rises en una mala película, todo lo contrario: es el perfecto broche de oro, la conclusión exacta de la trilogía que deja al caballero oscuro en cuotas altísimas (logro que vale por cinco, o más, en un tiempo donde los héroes de DC simple y sencillamente no pueden con los de Marvel2) y a su director como uno de los más grandes de su generación3.
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Al igual que con su antecesora, The Dark Knight Rises comienza con un prólogo donde se nos presenta a Bane, el líder terrorista que se encargará de acabar con los años de paz en Gotham. Y uno puede imaginarse lo que se avecina, pues la sola presencia del villano irradia violencia, impone: la máscara, el tono de voz, todo anuncia una brutalidad sin límites, contenida para el momento indicado.
Han pasado ocho años después de la muerte de Harvey Dent, y la instauración de una ley con su apellido permitió controlar al crimen organizado y establecer una época dorada en la ciudad. Ya nadie necesita a Batman. Pero Jim Gordon vive su propio infierno, quiere decir la verdad acerca del ícono caído de Gotham y de su supuesto asesino. Y no puede, la población, decide, no está lista. Bruce Wayne vive encerrado en una de las alas de su mansión, deprimido y lisiado (ser un héroe sin súper poderes pasa una cruel factura); además, está muy cerca de la quiebra por apostar en un proyecto de energía limpia con alto riesgo, y que está por costarle los restos de su empresa.
Y en este tinglado de tramas, que no abruman porque Nolan sabe cómo llevarlas sobre un mismo hilo argumental, aparece una hábil ladrona para cuyo ingenio no hay caja fuerte que se le resista: Selina Kyle, la quinta encarnación de Gatúbela (estaríamos bien con cuatro, si pudiéramos olvidar la de Halle Berry4), aunque una de las virtudes del guión es que nunca se le llama por ese nombre. Selina será, en buena medida, el denotante de los hechos, y quien lleve a Batman hacia su mortal enfrentamiento con Bane.
La incoporación de Anne Hathaway al elenco en el papel de Gatúbela generó críticas desde muy al principio. A muy pocos fans de la trilogía y del personaje no les pareció que una actriz salida de las filas de la casa Disney fuera la predecesora de Michelle Pfeiffer. La mayoría de esas críticas se concentraron en su papel “ligero” en El diablo viste a la moda, ignorando actuaciones de mayor calibre, como en La boda de Raquel o Brokeback Mountain. Pero la actriz neoyorkina tapó bocas e hizo morder lenguas. Tan sólo en los primeros minutos de aparecer, cuando con un simple movimiento facial cambia su gesto de tímida e inocente empleada por el de mujer fatal, hace pensar en que aquello va a ser distinto, y así es. La Gatúbela de Hathaway se despega de la Pfeiffer desde el primer momento, y durante todo el filme la calidad de la actriz barre con toda duda, adueñándose del personaje.
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El ciclo está cerrado, y aunque Nolan deja el hilo al aire no habrá, al menos de su parte, una película más del personaje (dudoso que el reparto de las tres participe en un hipotético cuarto capítulo). Y está bien. Desde el Batman de Tim Burton, pasaron 16 años para que el mito del Caballero Oscuro tuviera una renovación digna. Ahora sólo esperemos que en los próximos años no aparezca un aprendiz de Joel Schumacher.
1. Aunque Michael Caine siempre será Miachel Caine, y Gary Oldman siempre será Gary Oldman
2. Hay que ver sólo las cifras y la aceptación de personajes por separado (Ironman, Hulk, Thor, el capitán América) o todos juntos, en Avengers. Ni la triste Linterna Verde ni la versión paternal de Superman han podido con ellos.
3. Más allá de ésta trilogía, en su haber el director británico tiene una serie de películas espléndidas que se tienen que ver: Memento, Insomnia, El gran truco, El origen.
4. Y si a olvidar vamos , podemos hacerlo también con George Clooney como Batman y Val Kilmer como Batman y Alicia Silverstone como Batichica y Jim Carrey como el Acertijo… Y sí, por favor, también olvidémonos del batiwist.